La historia de
nuestro personaje comienza un día del mes de marzo de 1806, en una pequeña
carpintería situada en un barrio
habitado por majas y chisperos*: el
barrio de «El Avapiés». En sus calles
resuenan boleros y fandangos que traspasan los umbrales de las bodegas repletas
de «manolería» madrileña, y a este bullir se une el primer llanto del que no
mucho más tarde sería el bandolero más famoso
de la Villa y Corte:- Luis Candelas.
Los primeros delitos en los que interviene
incitado por sus amigos despiertan en él
verdadera vocación. Luis ha salido pinturero, amigo de las juergas, las damas y
el alcohol. Le gustan el buen vestir y
la lectura, lo que provocará que las mozas de rumbo se lo disputen, pero las
duquesas y las marquesas también. Luis Candelas se deja querer por sus amantes
y pasa de una a otra, no sin antes apoderarse de su dinero y joyas.
A los veintiún años es inscrito
por primera vez en el registro de la Superintendencia de Policía del Reino,
tras cometer un robo junto a dos de los
camaradas que le seguirían durante toda su carrera: Paco el Sastre y Antonio
Cusó.
Su ficha le describe así:
«FILIACIÓN NÚMERO 427
Nombre y apellidos: Luis Candelas Cagigal
Naturaleza: Madrid
Clasificación: ladrón (espadista y tomador del dos**, en el proceso)
Señas personales: estatura regular, pelo negro (sin redecilla), ojos
al pelo, nariz regular, boca grande y prominente de mandíbula, dientes iguales
y blancos
Otras señas particulares : no usa bigote ni patilla y es de color del
rostro quebrado, aunque de complexión recia y bien formado en todas sus partes ».
A la salida de la cárcel del Saladero, Luis se entera de la muerte de
su madre. Los 62.000 reales de su herencia le servirán para alquilar un piso en
la calle Tudescos, tomar un criado llamado Román y dar forma a un nuevo
personaje que alternará con su propia identidad a conveniencia, llamado Luis Álvarez de Cobos, hacendista en el Perú.
Este nuevo y engalanado Luis, transformará el arte del robo,
cometiéndolo a plena luz y en los lugares más frecuentados.
Antonio Espina en su biografía de Luis Candelas nos cuenta:
«[…]
introdujo en el robo a domicilio importantes mejoras. En los innumerables golpes
que llevó a cabo, jamás necesitó quebrantar miembros ajenos, acogotar criadas,
ni complicar, con torpes abusos o superfluas fracturas de muebles u objetos, su
modus operandi»,
Candelas y su banda efectuaron más de cincuenta robos. Entre los más célebres se cuentan el asalto al coche
del embajador de Francia en Las Rozas, el robo de 300.000 reales a un
presbítero en su casa de la calle Sacramento, de 5.000 duros en la Posada del
Rincón, de 750.000 reales y varias
alhajas a la modista de la reina, de 100.000 reales a una espartería de la
calle de Segovia, etc.
EL RELOJ DE ORO
Encontrándose Luis Álvarez de Cobos en una reunión de café junto a
unos caballeros, sustrajo un reloj de plata al señor Alcántara Villalcico
sabiendo que en su casa guardaba uno de oro de
más valor. Luis se disfrazó de mozo y fue hasta allí, siendo recibido
por la esposa del caballero. Tras enseñarle el reloj le dijo que le enviaba su
marido con el recado de que le diera el reloj de oro, ya que el que llevaba se
le había estropeado y le era completamente imprescindible. La mujer se lo
entregó pero cuando se disponía a guardar el de plata, el truhán se ofreció a
llevarlo a un relojero de confianza para que se lo arreglaran lo antes posible.
La mujer agradecida, al ver que su propio marido había confiado al mozo su
apreciado reloj, no tuvo atisbo de duda en entregarle los dos.
EL SILENCIO DEL OBISPO
Luis Candelas y sus compinches disfrazaron a un pobre bobo de obispo,
le ordenaron que guardara silencio y le
subieron a un coche de caballos en cuya puerta lucía el escudo episcopal.
Se dirigieron a una célebre casa de objetos religiosos. El obispo dejaba hablar a su secretario, que no era otro que el propio
Luis Candelas. Tras acordar la compra de ciertos artículos de gran valor ya
cargados en el coche, advirtió apesadumbrado el falso secretario
que no llevaban dinero encima, proponiéndole al vendedor acercarse hasta la
casa del obispo y traerle inmediatamente el importe establecido, mientras el
religioso se quedaría en la tienda hasta su llegada. El vendedor aceptó la propuesta
sin rechistar ofreciendo al falso
obispo una silla para que descansara. Luis Candelas no volvió a aparecer y el
engaño se descubrió a la hora del cierre, pero ya era tarde.
Siete veces estuvo Candelas en
la cárcel y otras tantas escapó con la ayuda de sus compinches, amantes y
carceleros.
En 1837 habiendo salido de Madrid con Clara María, su último y
verdadero amor, fue detenido y condenado acabando sus días en el garrote vil.
Notas
*Majas y chisperos: personas pertenecientes a la artesanía madrileña del
siglo XIX. Se caracterizan por su guapeza; por sus voces, achulapadas, castizas
y desenfadadas, y por su actitud arrogante y gallarda.
**Tomador del dos: «Ladrón que roba valiéndose de los dedos» (DRAE)
Bibliografía
Antonio
Espina. Luis Candelas. El bandido de
Madrid, 1941.
Julio
Alemparte .Andanzas por la vieja España,
1961.
Reyes
García/Ana Mª Écija. Leyendas de Madrid.
Mentidero de la Villa, 1994.
Artículo publicado por primera vez en Revista Madrí por Laura Toro Soria
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